Nos encontramos en 1938, ante una España devastada por la guerra, observada por todo el mundo, y en la que el ejército republicano sufría derrota tras derrota y ya poca esperanza de victoria quedaba en ellos. Sólo una idea se les ocurría y esto es lo que sucedió.
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La batalla del Ebro fue una batalla librada durante la Guerra Civil Española, entre el 25 de julio y el 16 de septiembre de 1938 en el tramo del valle del río Ebro comprendido entre Amposta, en la provincia de Tarragona y Mequinenza, en la zona occidental de la provincia de Zaragoza. La situación para los ejércitos de la II República era sumamente comprometida. Aún así, el presidente Negrín y el general Vicente Rojo decidieron tomar la iniciativa y lanzaron su última gran ofensiva, poniendo en marcha la más larga y sangrienta batalla de toda la Guerra Civil.
En la madrugada del 25 de julio, las tropas republicanas cruzaron el río por diferentes puntos para tratar de aprovechar el factor sorpresa, a medida que avanzaban conquistaron poblaciones como Mora de Ebro, Asco y alguna que otra más, con lo que en principio creyeron que la operación estaba yendo con éxito, pero no, ya que la reacción de las fuerzas franquistas fue muy rápida y Franco envió refuerzos de todas partes de España. Entre las más importantes destaca el Cuerpo del Ejército Marroquí, con el general Yagüe al mando. Por otro lado, la aviación alemana siendo la Legión Condor y las tropas italianas también se unieron siendo decisivas.
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Se inició así una batalla devastadora, que contó con 100.000 soldados del Ejército Popular de La República Española frente a 90.000 del ejército nacional. Como consecuencia, sobre el terreno quedaron casi 100.000 heridos y unas 16.000 bajas entre ambos bandos. Los repúblicanos fracasaron en su ofensiva y antes de que todo fuera a peor, decidieron retirarse.
Aunque el bando republicano contase con la ayuda de cazas rusos, las pérdidas fueron enormes y fue un factor clave para que los republicanos retrocedieran ante las tropas nacionales y no volvieran a tomar la iniciativa.
Tras cuatro intensos meses de lucha, en noviembre de 1938, las tropas republicanas volvieron a cruzar el río Ebro, pero ahora replegándose hacia Cataluña y dejando de lado la posibilidad de alargar el conflicto y ganar la Guerra Civil Española. Con esto,se confirmaba que la Guerra Civil llegaba a su fin.
En definitiva, La batalla del Ebro se había convertido en la mayor y más sangienta batalla de toda la Guerra Civil. Además supuso que el bando republicano empleara sus últimas fuerzas ahí ya que Franco proclamó tras estos meses el fin de la guerra.
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